Poemas en español

 

(Värnhem 2)

 

en el anillo de luz del centro comercial: la madre soltera, sola,
rodeada de envases de leche, de niños y artículos, si
el volcán explota en ese momento y
la lava se derrama a lo largo de Östra Förstadsgatan retorciéndose
como un reptil enrojecido seremos, conmigo que la observo aquí
y ahora, tragados y embalsamados y los
febriles arqueólogos que en unos mil años nos extraerán
de nuestro olvido notarán enseguida su alma solitaria
de madre soltera, mi mirada entristecida: nos juntarán,
nos exhibirán y redactarán una tesis de doctorado sobre nuestros rostros:
ninguna de esos futuros doctores podrá jamás
entender esta época, la pena de esta solitaria madre soltera

 

 

(Värnhem 3)

 

el crepúsculo a mediodía en la plaza Värnhemstorget,
el canto hendido de la negra descubre
una rendija azul en la capa de nubes, un hombre solo
con una gorra realista, cabecea rumbo
a la locura

 

 

(en el Louvre)

 

cúpula de voces, muro de olas con miles de palabras que naufragan
hacia el cielo de cristal, franquea
las criaturas marinas

tú en la calle
el Señor Príncipe o Gay Lussac, los años transcuridos y
“O tú, hete aquí, ¿qué hiciste con tu juventud?” las imágenes
surgen de los efluvios de la memoria, conversación en el Select,
risa grave y sonora, largos paseos
nocturnos de bar en bar, el resto son
imágenes desintegradas en mi mano, esos
acontecimientos repetidos constituyen una “historia”

las voces suben hacia esta bóveda de cristal, se hunden y retiran
como la marea, oigo en el silencio
las olas murmurar
que ninguno de nosotros será jamás más real que ese romper de olas,
esta música que hierve en nosotros desde tiempo inmemoriales

 

 

(para A)

 

bruja de carne y loba de belleza
has alimentado las hogueras a lo largo de los siglos y hablas un idioma
que me gusta pero jamás podré aprender,
me devoras con tus ojos de fuego experimentados, el sendero
enlaza nuestros cuerpos, color de acantilado,
las olas se alzan espumosas y
vuelven a caer triunfantes en la sábana,
nos refugiamos bajo el techo, la tormenta
purifica el verano mientras la carne dice que no
al lenguaje, baile indómito
mientras explota la savia y los cuerpos quedan iluminados,
¿qué ves en mi cuerpo interior?
¿qué ves en tu cuerpo interior?
luz & lluvia
se notan a lo lejos, más allá de ese instante en el mundo
donde nos resguardamos durante esos instantes
que jamás querrán repetirse, el paseo
a caballo río arriba, el jinete
es bruscamente arrojado de su caballo y vuelve en sí una corta
eternidad más tarde, en su montura, lisos y fríos de olvido
calentamos el mundo de nuestros cuerpos, quiero
comer y ser comido y te llevo salvaje
como un conquistador más allá del sol y la luna,
te arremolinas y gruñes
y cuando llueve sol en la pieza,
cuando resucitamos no hay ningún recuerdo
para mentirnos la verdad, juntamos las
sobras del sol detrás de nuestros párpados,
tienes nuevo rostro que dice amarme, el sol
atraviesa las cortinas por vez primera,
rocío de amor sobre nuestros amansados cuerpos,
el departamento: un naturaleza muerta de objetos calientes y purificados
abordamos de nuevo el lenguaje,
bruja resplandeciente
con un mar en cada ojo

 

 

(sin título)

 

la niñita se acuesta cuán larga es entre los grandes edificios
bebiendo el oro del sol, todo está representado en imágenes
cuando franqueo el paso vertiginoso de un ser
a otro,
mirada,
fui llamado y seguí
mi camino, la hoja del cuchillo
brilla aún en mi mano,
serás tú, en
cada esquina se abre la realidad abrupta,
la mujer que traga dos bocanadas en su bicicleta
en pleno tráfico de las horas pico matutinas queda inmortalizada, ni
siquiera la muerte parece espantosa bajo esta luz

 

 

(antisoneto 1, a un
pintor flamenco)

 

Sergels torg: la gente congelada se apura sobre la fría
superficie de la sociedad, ¿en qué podría tu amor ayudar
a esas almas heridas entre esas hileras de columnas? la mujer
solitaria trata de dominar las tinieblas

 

con su piano eléctrico, ahí donde tu luz generosa se escurre
a veces por los bordes de la costra de la herida pero nadie
está dispuesto ya a suavizar las cosas: patinadores, en una
mañana dominical en Europa, ustedes parecían siempre reposar

 

en algo más grande, creencia es una palabra demasiado explícita,

más bien la confianza de que el hielo siempre aguanta mejor es más adecuado,

ahí en mi imagen de ese siglo en el ocaso

 

la gente ni siquiera se mueve sin riesgos sobre suelo firme –
de hacer de nueva cuenta el mundo alumbrado y redondo, como en tu casa,
un solo y breve instante, de poder amarrar sus patines de hielo

 

 

(antisoneto 4)

 

la puta de cristal, ¿la viste? Vio
a la vez Dios y Diablo y sabe quién
se cansa más rápido, la llevo al barrio de Söder
al de Hjorthagen, no sabe dónde estamos y

 

cuáles son nuestros nombres, yo no sé tampoco quién soy y
languidezco padre y madre y los años 50, la puta de cristal
tartamudea y tirita, ella quiere que la deje
en casa de Åke y María, viven ahí en algún lado en la oscuridad,

 

damos vueltas en círculos, en círculos en el velódromo de las tinieblas,
la ciudad es un laberinto y el policía observa mudo y el aire
atontado, la puta de cristal desciende en la noche,

 

con una bolsa de plástico llena de revistas porno en la mano, invierno,
sociedad y aguas sombrías. Y yo. Que dejo
aquel lugar para fundirme con la noche.

 

 

(sin título)

 

volverse un árbol humano,
con raíces al encuentro de los versos
y del pasado lejano y
brazos alzándose hacia el cielo, volverse
adulto, ser un árbol adulto,
luchar en el viento contra
todos los demás árboles,
sucede a veces que
se entrecruzan la trayectoria de las
hojas que caen,
que unas ramas extendidas se toquen
al momento de ser derribado el árbol,
las hojas son palabras que
se arremolinan en le viento, promesas y
mentiras que caen al
suelo, aquí, en ese parque alrededor
de los árboles humanos

 

 

(Escania)

 

mi alma
sí, más y más creo
en ella, incluso en la tuya,
que el ojo incendia grandes espacios,
más de lo que yo antaño creía, sí
mi alma y el día
son tan vastos como el mundo, pequeños
como un dios,
mi alma y yo estamos
más y más en una simbiosis,
está ahí donde menos
lo espero, sí mi alma
y yo
podríamos ser
una pareja maravillosa

 

 

(sol lleno)

 

sol lleno, una imagen ahuyenta la otra,
todo no es sino reconciliación: isla y mar, bosque
y campos, hombre y vida,
el Kattegat es como un jardín azul, somos
ángeles difícilmente soterrados
en cuerpos bronceados, la muerte
no tiene cabida aquí
hoy

 

 

(inventario sucesorio)

 

declarar la sucesión, dice el hombre con
un bolígrafo y un papel, el ave dejó
una cruz negra sobre el suelo,
alguien alza una cuchara de plata
hacia el sol para buscar
las alas del desaparecido, nadie sabe nada,
si el ave escondió la plata en
el tronco del árbol,
entre corteza y corona,
pertenezco a la misma tribu,
por eso aplico a los objetos
el soplo de mi vida,
nadie me ve cuando
oigo la risa del desaparecido,
alzarse desde el nido, el albacea
pone orden en todas las páginas del testamento
salvo una que
da respuesta a todas sus preguntas
y parece en la ventana como un ala
blanca sobre el hielo y la nieve, morir
es abandonar los objetos
sin palabras

 

(poemas traducidos del francés por Françoise Roy a partir del original en sueco, revisado por el autor)